Primer posteo del año, esta vez presentando una nueva dirección web y también esperando que este espacio esté más activo durante el año.
La idea es hablar de fotos, eso sí, ya de forma más aplicada, principalmente haciendo alusión a una cámara no muy conocida y de un revelador de negativos muy antiguo pero no muy famoso. La cámara es una Voigtländer Vito CSR, que es una cámara telemétrica de 35mm, de la que me he desprendido recientemente con algo de pesar. De fabricación alemana (occidental o federal), fue producida entre 1968-1971, que, como ya se dijo, utiliza el sistema del telémetro para el enfoque, monta un objetivo Lanthar 50mm de una abertura máxima de f/2.8, velocidades que van desde 1 a 1/500seg, fotómetro no acoplado que utiliza una pila de 1.35v de mercurio (PX625) y que en mi ejemplar no funcionaba. Construida en metal y con un diseño muy bonito, incluía el estuche de cuero rígido que además de protegerla servía para su transporte de forma cómoda.
Siempre he considerado a este tipo de cámaras como ideales para fotografía callejera, ya que su peso es contenido en relación a las que utilizan el sistema réflex, son más silenciosas y discretas, a la vez que menos vistosas. Las cámaras con telémetro son muy útiles para hacer enfoques rápidos y una vez que se les toma la mano, suelen ser muy agradables de usar, de ahí que no extrañe la popularidad que aún conservan las Leica, que son casi sin duda las telemétricas más conocidas. Para hacer fotos utilicé además el parasol ideado para la cámara (Gegenlichtblende 310/32) y el famoso visor Kontur (335/32), el cual permite hacer el encuadre usando ambos ojos sobre el espacio natural. En cuanto a la película, utilicé una Kodak Tmax 100 extremadamente vencida (1990) y disparado en los mismos ISO 100 sugeridos. La medición de la luz se hizo mediante el sencillo fotómetro de mano Sekonic L-188.
Los motivos a fotografiar, como es de costumbre por estos lares, eran bastante sencillos y en casi todas las fotos prácticamente se prescindió del enfoque para utilizar en lo posible la hiperfocal del lente: la idea era obtener la mayor profundidad de campo posible. Casi siempre también utilizo un rango de aperturas restringido y que suele ser entre f/4 y f/11 - preferentemente f/5.6 o f/8- y que suelen ser los diafragmas que mejores resultados dan en términos ópticos.
Desgraciadamente, como todo el mundo que trabaja, tengo poco tiempo para sacar fotografías en lugares más alejados, por lo que ha sido la Alameda de Linares mi motivo favorito durante estos últimos meses, como también la casa en la que resido actualmente en el campo. Estas fotos no escapan de esta realidad.
Por último, corresponde hablar del revelador. Me parece que alguna oportunidad comenté que la fotografía análoga era la que permitía resultados más personalizados, al ser su procesado manual y bien artesanal. En lo particular, llevo algún tiempo revelando mis propios negativos. El procedimiento habitual que sigo una vez hechas las capturas es el siguiente:
- Revelar en el menor tiempo posible
- Tratar de ser estricto con la calidad de los materiales a utilizar, los tiempos recomendados de cada etapa, la meticulosidad en el agitado y la conservación de los químicos utilizados.
- Escanear los negativos a modo de tira de pruebas para su posterior ampliación, como también para tener un respaldo digital de las fotos, como también su publicación en la web, principalmente en el Flickr o en esta web.
- Las fotos analizadas y seleccionadas deberían ser ampliadas en papel, que es lo que realmente corresponde hacer cuando se trabaja con negativos. Lamentablemente, por temas de tiempo principalmente no he podido hacer ampliaciones, pese a tener equipamiento para ello.
El “revelado” es uno de los pasos que debe seguirse en el proceso que convierte la película expuesta (imagen latente) en un negativo en el que se ha formado la imagen, pero con tonos invertidos (los otros pasos son, en general, baño de paro, fijador y lavado) y se trata de una fórmula química que busca provocar las partículas (sales de plata) que componen la emulsión y que responden de acuerdo a las diversas combinaciones de químicos que tiene el poder de “activar” estas partículas. De la formulación del revelador se busca obtener determinados resultados, como puede ser compensar los tonos de la fotografía (compensador), obtener la menor cantidad de grano del negativo (grano fino), o ser de alta acutancia, esto es, crear negativos con una definición de borde tal que cree una sensación de alta nitidez. Fue este último objetivo el que me llevó a utilizar el muy conocido Revelador Beutler, creado por un químico alemán homónimo y que ha servido de base para la fabricación de otros reveladores, aunque el utilizado es la fórmula más extendida, que es la siguiente:
PARTE A
- Agua : 750ml
- Metol : 10gr
- Sulfito de sodio : 50gr (anhidro)
Agua hasta hacer 1000ml (un litro)
PARTE B
- Agua : 750ml
- Carbonato de sodio : 50gr (anhidro)
Agua hasta hacer un litro
Para su preparación deben agregar los químicos en el orden antes indicado, una vez disuelto el anterior. Se conservan por separado y suelen usarse en diluciones 1+1+8 ó 1+1+10 (en un recipiente de 500 ml, una parte del revelador A, otra parte de revelador B y ocho o diez partes de agua; 50+50+400ml ó 41.6+41.6+416,6 respectivamente). En este caso en particular se utilizó la primera de las sugeridas, durante 11 minutos (agitación 30 primeros segundos, luego 5 seg por cada 30), paro de 1 minuto con enjuagues antes y después del baño y fijado de 10 minutos (las emulsiones TMax requieren el doble de fijado que una película normal). Habitualmente, luego del lavado, sumerjo la emulsión en una solución de agua con una gota de lavalozas común y luego dejo secando, en lo posible en un lugar lejos del polvo.
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