Ya se podrán imaginar: ví un western y cambié de opinión. Pero después de ese vi otros dos más y, por supuesto, ahora quiero escribir maravillas del mismo, ponerlo en el mismo pedestal que el cine de Tarkovsky, de Hitchcock, de Kurosawa, de Bergman, de los grandes.
La inquietud nació después de leer el libro de Peter Bogdanovich sobre John Ford. En él se hace un repaso por la mayoría de las películas de este último y recoge sus comentarios respecto a cada una de sus obras (de las que recuerda). Naturalmente, había que ver una de ellas. La elegida: "Quién Mató a Liberty Valance". Creció mi interés por el género y vino "Por un Puñado de Dólares Más (o La Muerte Tenía su Precio)" de Sergio Leone. A estas alturas ya sólo quería ver otro y me decanté por "Grupo Salvaje" de Sam Peckinpah. Hablamos de gigantes del cine, pero yo el pelotudo no quería ver westerns.
En estos westerns hay lo que uno se imagina que salen en los westerns: mucho humo (puros, cigarrillos, pipas, fogatas, incendios, dinamita), balas, pistolas, rifles, "saloones", barmans, encomiendas, cinturones, caballos, sheriffs, sombreros, espuelas, ferrocarriles y todo eso. Pero hay algo más, distinto eso sí en cada película, pero con un significado.
"Quién Mató a Liberty Valance" habla del asentamiento definitivo de las ciudades del Oeste a la conformación de Estados Unidos. Del paso de los vaqueros al nacimiento de una comunidad, del establecimiento del orden por la vía de la ley. Pero de lo que habla realmente es de los recuerdos y del desamor. Del precio de la fama, incluso inmerecida y cruel: "Cuando la leyenda se hace realidad, hay que recordar la leyenda”.
"Por un Puñado de Dólares Más / La Muerte Tenía Su Precio", las cosas cambian. La historia es relativamente más simple: dos cazarrecompensas tratan de reducir a un maleante de origen mexicano. Un duro del Oeste, al que no le entran balas; otro de los mismos pero con canas; un villano mexicano con el alma atrofiada; una historia pendiente entre estos dos últimos y, como cuando no, un montón de dólares en juego. A estas películas en la jerga se les conoce como Spaguetti Western, pero yo me quedo con que son de Sergio Leone (Érase una Vez en América, Érase una Vez en el Oeste, etc.,) y con música de Morricone.
La última, el "Grupo Salvaje". Con ella me inicio en el cine de Sam Peckinpah. Un grupo de bandidos, con sus años encima, se ven cercados por unos cazarrecompensas por el norte y las luchas surgidas de la revolución mexicana de principios del siglo XX. Los integrantes del grupo ya tienen sus años y, al parecer, los días de "gloria" comienzan a esfumarse. Al cabo de un atraco fallido y una matanza gigante producto del enfrentamiento entre éstos y las fuerzas de "la ley" (el ferrocarril, la recompensa), van siendo perseguidos de cerca por "la ley": un grupo de subhumanos iguales -o peores- que los perseguidos. En el Sur, mientras tanto, las reacción a Pancho Villa azota a los campesinos o aldeanos y el ejército regular vive a sus anchas en busca de armamento. Los buenos y los malos acá no existen: el bien y el mal están muy muy desdibujados. La niñez no es inocente y bebe de la violencia, la ebriedad, los muertos, las ejecuciones y las putas. El amor tampoco existe. El honor tal vez, pero al parecer encubierto detrás de la misoginia evidente, del alcohol y de las balas, como una amistad que ha unido una vida salvaje y excesiva.
No dejo de pensar cuánto le deben Django Unchained (Quentin Tarantino, 2012) o "Temple de Acero" (Valor de Ley, True Grit, 2011, Los Hermanos Coen) a estas tres maravillas. Me alegra muchísimo haberlas visto juntas. Véanlas. No puedo sino recomendarlas
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