Es imposible no tener esperanzas en el corazón cuando se lee la sinopsis de una película y descubre que será sobre un cuarteto de cuerdas, que éste se basará principalmente en Cuarteto N° 14 Op. 131 de Beethoven, y que cuenta con ESE nivel de actores. Lo único que hace abrigar algunas inquietudes se trata del director –aparentemente un novato- y que la película, como suena se trate de un juego de sensiblerías, cebolleos y lloriqueos al por mayor.
Aunque no quiero aventurarme en una calificación de la película, por lo menos sí puedo despejar la última inquietud de sus mentes: no es una película llena de ojos vidriosos, ni facilista ni efectista. En cuanto a la dirección de la película…véanla!
Algo si les puedo adelantar: como siempre se ha comentado en el cine, los directores noveles casi siempre flaquean en la dirección de actores, pero este no es caso. Lo sé, puede tratarse de que las líneas de cada uno de los actores estén más o menos bien estructuradas, que sólo le bastó al realizador poner la cámara y que los monstruos que tienen al frente hagan magia…no sé, un montón de posibilidades. Lo cierto es que el trabajo de los cuatro protagonistas está maravilloso, sobre todo –y no cuento ningún secreto con esto- lo bien que actúa Philip Seymour Hoffman.
Ahora bien, ¿de qué va la película? La tesis con que se presenta la película al público puede aparentar que este tendrá un objeto único: el drama del músico que llegó al final de su carrera por una enfermedad. Desde ahí también podría deducirse la generación de conflictos con los restantes miembros del cuarteto…pero no, no es tan obvio. En el filme se nos muestran los caracteres de cada uno de los integrantes del grupo, de cómo ellos se desenvuelven fuera del escenario y cómo es su vida en el mundo “real”. Por supuesto que nacen los conflictos al interior del grupo por la salida de Walken, pero ellos no son causa de ese hecho: esta es la circunstancia que hacen brotar aspiraciones propias, asperezas nunca solucionadas, egoísmo, (des)lealtad, el amor –por supuesto-, la lucha contra la rutina.
La resolución de esos conflictos no queda clara al final de la película, pero al parecer ello poco importa, lo que importa es la música.
Ante la idea de hacer una especie de paralelo entre el Beethoven compositor del Cuarteto N° 14, Op. 131 (el que se va quedando sordo indeclinablemente y que siente que la vida se le va, rezumando vida en sus obras) y el músico destacado y de mucha espiritualidad, muestra a mi parecer el mensaje que trata de dar el director: hay que darlo todo hasta el final, cuando la vejez y la caída son indeclinables
No quisiera contar más detalles del film, creo que frente a esta clase de obras cualquier descripción sobra.
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