En primer lugar, vamos a las formalidades. Pelicula codirigida entre Wayne Wang y Paul Auster y basada en el guión y novela de este último, Smoke -o Cigarros o en nuestra lengua-, estrenada en 1995, ganadora de un Oso de Oro de Berlín y protagonizada por Harvey Keitel, William Hurt, Forest Whitaker, Stockard Chaning, Harold Perrineau Jr., etc.
Trata, en síntesis, de la historia de personajes alrededor de un barrio de Nueva York, justo en la esquina de una tienda de cigarrillos. A propósito de dicha tienda se relatan 3 (o 4) historias de gente en apariencia común, pero con algún pasado o historia que contar.
Un escritor solitario (Hurt) que vive en un piso cercano acude a comprar cigarrillos habitualmente a la tienda de Auggie (Keitel). Él sufrió hace poco la muerte de su esposa y no ha encontrado inspiración para escribir. Asimismo aparece un muchacho de color en el barrio (Harold Perrineau Jr.), que salva la vida del escritor: aparentemente este muchacho anda sin rumbo por la vida y, en gratitud, Hurt le ofrece su casa para pasar un par de días. Sin embargo, al poco tiempo se sabe que el muchacho ha descubierto que su padre, al que no conoce, se encuentra en la ciudad y acude en su búsqueda. Sin embargo, el padre del muchacho (Forrest Whitaker) ha sufrido los embates del tiempo y asume la amputación de un brazo como el castigo a su maldad pasada y tampoco sabe de su existencia.
En tanto Auggie recibe la visita de una pareja de la cual no guarda buenos recuerdos. Aparentemente la relación seria que ambos tenían se quebró por un condoro de la dama y el vínculo se rompió por siempre: hasta que esta mujer (Stockard Chaning) vuelve y acude a Auggie por los problemas que tiene con su hija que vive en la miseria y la droga.
Ahora, para no referirme más a al argumento, tampoco contaré mucho si les digo que en la película los protagonistas fuman. Y ese el punto que quiero rescatar. La película es una delicia en la forma que enfrenta los diálogos: los protagonistas conversan naturalmente y uno en realidad se olvida de que se trata de actores que cumplen un papel. La película tiene pausas y momentos: uno puede oler el humo del cigarrillo recién encendido y, para maravilla, el trabajo de dirección se dio el tiempo para que ellos fumen el cilindro sin contratiempos, sin ansiedades.
Acá fumar no se concibió como un ejercicio de desesperación ni de desconsuelo, pese a que muchas veces el humo acompaña situaciones y momentos delicados, en los cuales parece normal que alguien tome un cigarrillo. Acá fumar es una rutina de fumadores, el cigarrillo se retrata como el compañero de conversaciones alegres y otras no tanto. El fumar no es el consumo de tabaco, sino de un acompañante social, de un amigo en la soledad, de un consuelo en la tristeza, de un participante de la alegría. Ahora si ud cree que la película sólo se trata de ver a gente fumar se equivoca rotundamente: la historias que se cuentan y los diálogos de los personajes están cruzados durante toda la película con gente que fuma, pero la fuerza del relato de cada uno de los que retratamos levemente arriba tiene algo que decirnos. Incluso es más, Smoke podría habernos contado lo mismo sin cigarrillos (como no dudo se ha hecho en otras películas), pero la fuerza emocional de la película, contada sin maniqueísmos ni majaderías rayanas en la siutequería, rodeada de esa atmósfera de intimidad que otorga el humo del cigarrillo, la transforman en una de las películas que he valorado enormemente desde que veo cine.
Obviamente que cuando terminé de ver Smoke quise fumar un cigarrillo. Lamenté ese día haberlo dejado hace tiempo
Trata, en síntesis, de la historia de personajes alrededor de un barrio de Nueva York, justo en la esquina de una tienda de cigarrillos. A propósito de dicha tienda se relatan 3 (o 4) historias de gente en apariencia común, pero con algún pasado o historia que contar.
Un escritor solitario (Hurt) que vive en un piso cercano acude a comprar cigarrillos habitualmente a la tienda de Auggie (Keitel). Él sufrió hace poco la muerte de su esposa y no ha encontrado inspiración para escribir. Asimismo aparece un muchacho de color en el barrio (Harold Perrineau Jr.), que salva la vida del escritor: aparentemente este muchacho anda sin rumbo por la vida y, en gratitud, Hurt le ofrece su casa para pasar un par de días. Sin embargo, al poco tiempo se sabe que el muchacho ha descubierto que su padre, al que no conoce, se encuentra en la ciudad y acude en su búsqueda. Sin embargo, el padre del muchacho (Forrest Whitaker) ha sufrido los embates del tiempo y asume la amputación de un brazo como el castigo a su maldad pasada y tampoco sabe de su existencia.
En tanto Auggie recibe la visita de una pareja de la cual no guarda buenos recuerdos. Aparentemente la relación seria que ambos tenían se quebró por un condoro de la dama y el vínculo se rompió por siempre: hasta que esta mujer (Stockard Chaning) vuelve y acude a Auggie por los problemas que tiene con su hija que vive en la miseria y la droga.
Ahora, para no referirme más a al argumento, tampoco contaré mucho si les digo que en la película los protagonistas fuman. Y ese el punto que quiero rescatar. La película es una delicia en la forma que enfrenta los diálogos: los protagonistas conversan naturalmente y uno en realidad se olvida de que se trata de actores que cumplen un papel. La película tiene pausas y momentos: uno puede oler el humo del cigarrillo recién encendido y, para maravilla, el trabajo de dirección se dio el tiempo para que ellos fumen el cilindro sin contratiempos, sin ansiedades.
Acá fumar no se concibió como un ejercicio de desesperación ni de desconsuelo, pese a que muchas veces el humo acompaña situaciones y momentos delicados, en los cuales parece normal que alguien tome un cigarrillo. Acá fumar es una rutina de fumadores, el cigarrillo se retrata como el compañero de conversaciones alegres y otras no tanto. El fumar no es el consumo de tabaco, sino de un acompañante social, de un amigo en la soledad, de un consuelo en la tristeza, de un participante de la alegría. Ahora si ud cree que la película sólo se trata de ver a gente fumar se equivoca rotundamente: la historias que se cuentan y los diálogos de los personajes están cruzados durante toda la película con gente que fuma, pero la fuerza del relato de cada uno de los que retratamos levemente arriba tiene algo que decirnos. Incluso es más, Smoke podría habernos contado lo mismo sin cigarrillos (como no dudo se ha hecho en otras películas), pero la fuerza emocional de la película, contada sin maniqueísmos ni majaderías rayanas en la siutequería, rodeada de esa atmósfera de intimidad que otorga el humo del cigarrillo, la transforman en una de las películas que he valorado enormemente desde que veo cine.
Obviamente que cuando terminé de ver Smoke quise fumar un cigarrillo. Lamenté ese día haberlo dejado hace tiempo
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