Con resquemores, he estado viendo mucho lo que en cine se denomina “biopic”: cintas basadas en personas de cierta relevancia histórica. Comprendo que pertenecen a esta “género” películas como las recientes “J. Edgar” de Clint Eastwood y “The Iron Lady”, o la chilena “Violeta se fue a a los Cielos” de Andrés Wood, entre tantas otras. Todas ellas se caracterizan por centrarse en la vida y obra de estos personajes en que se basan (Hoover, Tatcher y Violeta Parra, respectivamente) utilizando fuentes documentales y filmadas con cierto aire de “veracidad”.
He dicho que he visto este tipo de películas con resquemores porque las vistas no han sido muy de mi agrado: por un parte se espera ver una reproducción literal de estas personas en pantalla, en donde se muestre su carácter, vida, obra, intimidad…hasta cierto parecido físico; lo cual considero un error ya que creo que la creación cinematográfica no está obligada -y creo que nunca ha estado- a mostrar la verdad. Por otra parte no me agradan mucho porque al final de cuentas lo que vale es el carácter cinematográfico de una película, independientemente de los personajes que filme. Aunque parezca complejo, daré un ejemplo burdo: “Corazón Valiente” es una película basada en la historia del patriota escocés William Wallas, pero que no tiene ni por asomo algún rigor científico-histórico; es una ficción pura y dura en donde el director quiso contar una historia, aprovechándose de una circunstancia histórica determinada de Gran Bretaña. Independientemente de si a uno le gusta o no “Corazón Valiente”, siempre he considerado que el cine es una forma artística de mostrar historias más que la reconstrucción de personajes. Los mecanismos tendientes a la reproducción o reconstrucción fiel que se utilizan en ese sentido y son mucho más idóneos que el cine propiamente tal son la historia, la crónica, la prensa, la fotografía periodística, la historiografía, hasta el propio documental. Pero el CINE pareciera ser otra cosa, es un relato en el sentido ficcional y que, sin perjuicio de ello, puede utilizar fuentes documentadas para reconstruir con precisión determinados aspectos o personajes históricos, pero que -siempre- son manipulados por el cineasta con el objeto de mostrar lo que le interesa o quiere.
No sé si esta larga y tediosa introducción sea relevante para hablar del “biopic” que me interesa, que es NIXON, película escrita (con colaboraciones) y dirigida por Oliver Stone. La protagoniza Anthony Hopkins, James Wood, Paul Sorvino, Joan Allen, entre otros y obtuvo (a quien le importa) 4 nominaciones al Oscar, pero no se llevó ninguna estatuilla. De 192 minutos de duración y de acuerdo a su título, narra la vida y obra de Richard Nixon, trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos (1969-1974) y famoso en la posteridad por, principalmente, ser el único hasta ahora en dimitir en el cargo.
Datos respecto a Nixon(real) desconozco más que un poco de cultura general. Diré que sabía antes de ver la película que era un militante del partido republicano que durante su gobierno se produjo el término de la Guerra de Vietnam, acercamientos con la URSS y China y una agitación social derivada por problemas económicos y protestas contra la guerra y la política exterior de EEUU, particularmente por pacifistas y el mundo hippie. Con esa base mínima -y hasta errónea- me dispuse a ver el filme y, en realidad, creo que poco importa saber más antes de verla: lo mejor es contrastar los resultados después que se vio.
La película no posee un argumento lineal. Para ello Stone enganchó diversos episodios de la vida de Nixon(real) para ensamblar su relato. Debo confesar que a momentos me enredó, debido a mis escasos conocimientos sobre el personaje y la historia de Estados Unidos en particular, por lo cual me mantuvo muy concentrado respecto a sus diálogos y personajes. Sin embargo, NIXON es una obra con una ambición que puede transformarse en su principal pecado: pretende comerse a Richard Nixon, no le concede descanso, lo analiza en cada una de sus facetas. Stone no tiene piedad de él y lo muestra sin compasión: el amor reverencial a sus padres (principalmente a su madre), el sentimiento de culpa latente por la muerte de sus hermanos en la infancia, su relación amor-odio-envidia por el presidente Kennedy y su familia, su torpeza con las mujeres, el deseo de ser amado por el pueblo, sus problemas familiares, la tirantez con la esposa a la que ama, su relación enfermiza con el poder y su figura, una cierta paranoia respecto a los ataques que él siempre consideró personales. Eso respecto a la faceta íntima, ya que la película -era que no- tampoco olvida las decisiones que tomó: sin ambages lo retrata como un hombre sin escrúpulos al invadir Laos y Camboya a propósito de la Guerra de Vietnam, su relación con Hoover (FBI) y Helms (CIA) respecto a las escuchas ilegales y el escándalo Watergate, los caracteres de los hombres fuertes del presidente como Kissinger, el conocimiento que tenía sobre las operaciones de EEUU en Cuba y Chile…y más detalles que es imposible referirse a todos ellos.
Para ello el director utiliza muchos recursos gráficos por los cuales la historia avanza y retrocede, mediante la utilización de flashbacks, voces en off de noticiarios televisivos, cambios de encuadre, recreaciones de documentos reales (a lo Forrest Gump) y mutaciones del color al blanco y negro, incluso recuerdo haber visto algún fundido a negro. Este ritmo muchas veces agobia pero, a diferencia de muchas otras críticas, no me pareció del todo descabellada la idea de variar tanto los encuadres y las fotos en una misma escena o mutar los planos. Stone le otorga movimiento y dinámica a la obra utilizando estos recursos cinematográficos, y con ello además lo tiñe de la apariencia de veracidad a que nos referíamos al inicio de los estas líneas. Al narrar hechos como los que describimos y hacer referencia a tantos personajes y situaciones, ya sea reales como fictas, me parecía sumamente complicado realizarlo desde una fotografía plana y austera; creo que la decisión de Stone de mostrar a ratos encuadres cenitales, picados, contrapicados, color, blanco y negro (con grano y sin grano), superposiciones en grabaciones de la época, entre otras, le otorga una atmósfera que ni siquiera tocan películas como la horrible “The Iron Lady”. Con ello el director mostró a Richard Nixon hombre y al Presidente de Estados Unidos en todo su esplendor, dotándolo de una gama de caracteres imposible de enumerar: recalcitrante, imprudente, mafioso e íntegro a la vez, corajudo y valiente, persistente y perseguido, odiado, vengativo, impulsivo, uffff. Estos recursos le permitieron también contextualizar el momento en que se sucedían estos hechos y bajo que condiciones se desarrolla este relato.
Una obra tan ambiciosamente concebida y filmada de suyo obtuvo críticas de todas partes. En lo personal consideré excesivo el metraje, pero principalmente me alteró un poco su deseo de no dejar escapar nada. La película pretende ser un documento sobre una parte de la historia de EEUU antes que una película, quiere abarcar todo, quiere constituir todo. Ver a Nixon niño, adolescente, precandidato, candidato, esposo, padre, presidente, atormentado quizás no parezca demasiado, pero si a eso le añadimos los caracteres de Kissinger, la homosexualidad de Hoover, las protestas por Vietnam y la crisis económica, la propia Guerra, las intenciones de los magnates, la reunión con Mao y Brezhnev, etc., etc., etc. Respecto a las demás críticas sobre Richard Nixon persona/presidente no me haré cargo y sólo las enunciaré: algunos acusaron a la película por mostrar a un Nixon demasiado humano para el monstruo que aparentemente fue; otros, consideraron que fue una vileza cometida sobre su persona (recordemos que la película se estrenó poco después de su muerte), desembocando en querellas y tribunales a Stone por parte de la familia del fallecido.
En fin, le dejo a la historia las interpretaciones sobre el periodo de Nixon, pero respecto a la película, la encontré genial, con todos sus defectos y críticas me parece una obra que vale la pena sentarse a ver, pese a su excesivo metraje y que, con sus contras -que los tiene- es bastante mejor que lo que estas líneas pueden transmitir. Hablar sobre una persona que por méritos propios era complicado de la forma en que Stone lo hizo me hace valorar su trabajo cinematográfico, por sobre las consideraciones políticas que éste o el mundo en general tengan sobre la figura del Nixon real
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