Cuando Gil le recomienda el tema de "El Ángel Exterminador" a Luis Buñuel, me reí a destajo. Cuando le dice a novia que puede comprender que su padre sea del Partido Republicano, pero que hay que estar mal de la cabeza para serlo, también. Cuando vi Medianoche en París quise endeudarme en el acto y salir al otro día en la mañana a la ciudad de la luz, conocer sus calles e incluso, viajar al París de los locos veinte. Tanto deslumbra París que el director no puede soportar la tentación de hacer un spot publicitario de la ciudad en los primeros minutos de la película, que de verdad son hermosos
¿De qué va Midnight in Paris? Un cuento simple (hasta simplón) sobre la nostalgia de supuestos tiempos mejores imaginados y hasta inventados por la idealización de un periodo histórico y, consecuentemente, la negación del presente como el espacio en el que podemos desarrollar nuestra propia "Belle Epoque".
Como en toda película de Allen, hay muy buenos chistes. Imposible no hacerlo con el rinoceronte de Dalí o el tono de voz de Hemingway, con un Wilson que parece clonado del Woody actor de Annie Hall o Manhattan con sus dudas, sus ideas a medio terminar. Nadie filma las ciudades como Allen, las explota, exprime sus espacios; se encarga de recordarte en cada toma que estás en París y que todo puede pasar.
Ahora bien, ¿se sorprende todavía el gran público cuando otra vez Allen hace chistes en torno al Valium?, ¿acaso Allen no imagina una persona que no tenga un analista?, ¿no puede crear Woody Allen un personaje que no viva en la opulencia del dinero?, ¿podría rodar Allen un film en alguna ciudad común?, ¿podría rodar algo en donde no aparezca un sabelotodo pedante y odiable al extremo?
Woody Allen hace que nos burlemos de lo que él quiere que nos burlemos. Nos impone sus gustos artísticos, es presumido y arrogante en sus conocimientos. En realidad, entiendo que es un rasgo de sus películas y que el espectador espera ver precisamente eso cada vez que asiste a su espectáculo en pantalla. Sin embargo, siendo considerado como uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo, no comprendo como la crítica aun sigue aguantando los mismos argumentos, diálogos y chistes con los que deslumbró al cine en los setenta. Woody Allen idea sus filmes con personajes arquetípicos en donde el centro es él (podría dudar alguien que Owen Wilson es el clon del Allen-actor?), donde estupidiza a quienes en el fondo adora (que sería Allen sin su novia estúpida y el tercero insufrible?) y que, para colmo de males, termina siendo aplaudido y adorado por un séquito de intelectuales que se esfuerzan más en parecerlo que en serlo.
No señor, no hago pebre a Woody Allen. Su película es correcta y siempre una película de Allen justificará la entrada y el tiempo para verla. Es mucho más película que la basura a la que nos acostumbra nuestra cartelera criolla y, quizás, sea por eso que el espectador se maravilla con ella.
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