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Cuando el CD pasó a ser coleccionable (o de cuando notas que estás más viejo)

Fue una oleada de unos pocos días...y ya estaba lanzado. Visitando una feria "retro" en mi ciudad -Talca- descubrí que un señor vendía varios discos con este formato, muchos de ellos de mi entero gusto: Awake de Dream Theater, Nursery Crime de Genesis y Mirage de Camel, todos a un precio bien conveniente, considerando el estado en que se encontraban.
Hace varios post atrás indicaba sobre la preferencia que tengo sobre el formato digital en términos musicales, lo que me ha hecho un usuario de reproductores portátiles. Sin embargo, por temas económicos, no me había hecho de un sistema más o menos decente para reproducir música en parlantes, así que la simple compra de estos CDs generó más gastos: reproductor y complementos y, obviamente, más CDs.
También dije hace unos post atrás: vengo del mundo del CD, era el formato rey en el momento en que comencé a escuchar música de forma más consciente. Tuve CD-Walkman (acá les decíamos "discman") y también un estuche en que lo colgaba, con un espacios para poner otros discos en cajitas plásticas. También, en el marco de los sistemas de audio de casa -habitualmente un micro o minicomponente-, los pocos posteriores que tuve, siempre contaron con CD.
¿Qué es lo que siempre faltó? Los discos originales. Preso de los presupuestos escolares y las estrecheces económicas y tecnológicas, obligaban a que quien quisiera escuchar música se las arreglara: debo confesar que tuve bastante más que un CD descargado de internet y ni qué decir de compilaciones de MP3s pasadas a CD, cuando los lectores fueron capaces de decodificar el formato. La masificación de los formatos sin pérdida ayudaron bastante, era posible tener un CD prácticamente igual al original y sin pérdidas de calidad de ninguna especie. Para los que somos más inescrupulosos, sólo se extrañaba la portada y la calidad del disco original en términos de presentación.
En mi caso la transición al digital comenzó a principios de la década del dos mil, casi el 2004. Los reproductores mp3 significaban un cambio tremendo, considerando que no habían saltos en la reproducción y una drástica reducción del tamaño del aparato. De a poco, el discman se fue quedando en la casa y los CDs, piratas y todo, guardados  y condenados al olvido.
Habiendo pasado bastante rato del inicio del año 2000, no puedo sino pensar que, al volver a comprar música en formato disco compacto no deja de ser una actividad propia de coleccionista y no precisamente porque el formato esté muerto del todo: se anuncia por todas partes que no tiene futuro. Aunque el CD constituyó la incorporación definitiva del mundo digital en la música, el impacto que tuvo esta última redundó en la independización del soporte para su disfrute: basta un smartphone o un reproductor dedicado para escuchar música. Tampoco existe mucha disposición a la compra del álbum, incluso en el dominio digital, basta con el pago mensual de una suscripción de un servicio por streaming, para contar con toda la música imaginable con una tarifa plana y con calidad similares, iguales o superiores al CD normal, dependiendo de cuánto se esté dispuesto a gastar.

La Nostalgia.

El CD se constituyó de tal modo en un estándar, que hasta el día de hoy es parámetro a la hora de hablar en términos de calidad. En un principio fue la discusión -vigente hasta hoy, cosa increíble- entre vinilo y CD; posteriormente a la díada CD/mp3 y hoy, el CD versus los formatos de alta resolución o Hi-res.
Mucho de esto actualmente tiene un poco de onanismo. El vinilo y el CD son sistemas diferentes y prácticamente no comparables, mientras que el CD frente a otros formatos con y si pérdida parecieran ser distintos sólo en determinadas condiciones y oyentes (calidad de los componentes usados en la reproducción y "sensibilidad" de determinados oyentes privilegiados). Los distintos servicios de streaming ofrecen sus catálogos en determinados formatos, haciendo una referencia casi explícita al estándar CD. Tidal Hifi, por ejemplo ofrece este producto para audiófilos con una calidad análoga a la que se obtendría de un disco compacto normal 
TIDAL's HiFi tier gives subscribers all the same great content and experiences as a Premium subscription, except music is delivered in lossless, CD and MQA quality (1411 kbps vs. 320 kbps for standard streaming).
¿Qué diferencias sonoras entonces? De haberlas, las hay. Ahora bien, para el usuario común y silvestre, estas diferencias no serán tan notorias o, de haberlas, serán marginales. Lo mismo ocurre con los formatos digitales superiores al CD (SACD o los archivos Hi-res) en que, de haber mejora requiere de un fuerte gasto en equipo.
¿Digo con esto que el formato CD sea, por ende, mejor?. Ni por pienso. Derechamente la distribución de música en formatos con compresión sin pérdidas sigue siendo de las mejores opciones, al no perder esencialmente información de un CD normal, pero permitiendo la portabilidad al incorporarlos en las memorias de los dispositivos de reproducción.
El CD gana frente a los nuevos formatos por la misma razón por la que los fieles seguidores del vinilo no lo abandonaron o regresaron: no hay forma de competir con una copia física de algo. Las explicaciones pasan del romanticismo puro y duro al consumo y el sentido de la propiedad más exacerbado. De quienes homologan la experiencia "escoger disco/insertar en reproductor/escuchar/ver carátulas y letras" al decir que comprar una obra mediante descarga es comprar "nada". Y, a mi humilde modo de ver las cosas, algo de las dos hay. Pura nostalgia. O capitalismo.

El coleccionismo. 

Si hay algo por lo que nunca me preocupé si no hasta hace poco tiempo, fue por las distintas grabaciones que puede tener una obra musical. No sólo hablo de, por ejemplo, las infinitas versiones que existirán en el mundo de la Noven Sinfonía de Beethoven (dependiendo del director, de la orquesta, del año de grabación, del método de grabación y un largo etcétera), sino de cómo una obra ha tenido versiones distintas con el paso del tiempo. Sería algo así como ciertos modelos de automóviles que van variando el año en que salen. 
Buen ejemplo es, a estas alturas, popular The Dark Side of the Moon. En la extraordinaria página Discogs, hay ochocientos un modelos de Dark Side. Impresionante. Muchas de ellas obviamente son iguales unas de otras, considerando nuevamente soporte, año, lugar y fecha de fabricación, portadas. remasterizaciones, etc., etc. 
En resumen, todas las condiciones para crear coleccionistas.
Como no, si de acuerdo a esta página, la versión que tengo del famoso TDSOTM sería del año 1994, manufacturada en Europa por EMI. Conforme a lo anterior y siguiendo los criterios de la otra famosa página "Dr. Loudness", esta versión tiene un rango dinámico aceptable, pero no mejor que el modelo 1983 producido por Toshiba...
¿Habrán realmente diferencias audibles entre ellas? Matemáticamente pareciera que sí, hay versiones que tienen mayor rango dinámico que otras, particularmente las versiones antiguas. Para ayudar más a los cazadores de tesoros, pareciera existir una cierta tendencia a preferir las versiones antiguas del CD, que supuestamente se hacían directamente de los formatos analógicos donde se grabaron originalmente o, derechamente, fueron discos diseñados para el formato: además se cuidaba mucho más de la papelería acompañada y la calidad de los cofres o cases en que se ofrecía. 
Existe un montón de información en internet respecto a los distintos productores de CDs de su época, de cómo distinguir algunas versiones de otras y cuáles son de referencia. En mi país existe un hilo en el foro hifichile, donde un usuario habitualmente aporta con datos de versiones, fabricantes y detalles interesantes.

Y de cómo volví.

La decisión de decantar entre el CD y no el vinilo, por ejemplo, tan en boga hoy, es sencillo: dinero. Hablando de artículos nuevos, es mucho más caro el vinilo que un CD original. Y un CD, en mi país, tampoco está botado de precio, los precios fluctúan entre los 6 a los 15USD en promedio (entre 4 mil y 10 mil pesos),
Lo otro que se debe considerar es que el reproductor es mucho más fácil de conseguir. Está presente en casi todos los sistemas de audio para el hogar y en muchos computadores y reproductores para video (Bluray, DVDs). Aunque el ideal pareciera ser un aparato dedicado para ello, las opciones de reproducción son múltiples y sin pagar precios privativos. En mi caso particular, mi "sistema" consta de un reproductor Bluray, un DAC, un amplificador y parlantes. Los resultados me tienen más que contento. El vinilo exige una cadena distinta, en la que los componentes, para apreciar bien el formato, deben tener alguna calidad.
Sin embargo, lo que más me ha avocado es la adquisición de música en formato CD. El instinto coleccionista que llevo dentro no sólo me ha hecho comprar discos que ya formaban parte de mi colección digital -por decirlo de algún modo-, sino que, aprovechando los saldos y las ventas conjuntas, he escuchado música que de otro modo, no lo habría hecho.
Los sitios de venta de segunda mano parecieran ser la mejor alternativa para adquirir títulos que de otro modo no se obtendrían. Pese a que Chile no es muy abundante, sí existe una determinada oferta, pero que ni se acerca al entusiasmo que el mercado tiene con los vinilos. Sin embargo, la fuente sí se encuentra en EEUU y se llama ebay. No sólo por la posibilidad de traer ese disco que uno busca específico, sino hasta por la venta de lotes de CDs, que salen a precios muy convenientes. Siempre es cosa de cotizar.
Es sorprendente que, al menos en Talca, sean determinados supermercados los que manejen un stock de discos a disposición del público. Ninguna maravillo de títulos, pero siempre uno que otro que puede servir,. Lo mejor de todo, siempre se puede estar atento a una rebaja generalizada de "todo a mil": fue gracias a eso que compré dos discos de Soda Stereo (Dynamo y Gira Me Verás Volver CD2), Santiago de Nano Stern, Fireball de Deep Purple y Morena Esperanza de Illapu....como verán , buen surtido. 

Y de porqué escribí de esto.

La pura nostalgia. No sólo de reconocer que estoy recogiendo un formato en retirada que, según mi apuesta, volverá a tomar la fuerza que hoy tiene el vinilo, si es que no se mueren todos los CDs como se pronostica actualmente. 
Pero si hay momentos en que uno se pone nostálgico, es precisamente cuando descubre que el blog en el cual escribe estas líneas cumple diez años de existencia. A la nostalgia con nostalgia: mi propio homenaje a mí mismo y a este espacio que tiene una decena de años a cuestas. Porque de eso se trató siempre el blog, de cómo hablar de uno mismo y de cómo pasan diez años de escribir tonteras frente a un computador, y darse cuenta que estoy diez años más viejo, y como fue que la madurez no me ha quitado la costumbre. 
  

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