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Sobre las despreciadas Konicas. La serie Autoreflex, cámaras y objetivos.

Conociendo un poco más la marca Konica.

De los pocos años que llevo en el mundo fotográfico, he visto muy pocas ocasiones en que un sistema fotográfico se encuentre en tal grado de desconocimiento y desprecio, que no sea apreciado en su real dimensión, como ocurre con Konica (quizás lo lidere Miranda).
Konica fue uno de los principales fabricantes de productos fotográficos en el mundo. De origen japonés y cuyo inicio se remonta a 1873, contó con una enorme trayectoria produciendo cámaras fotográficas y objetivos (incluso para el sistema M de Leica), y la fusión con otro gigante del rubro como lo fue Minolta. Tiene a su haber la producción de la primera película en formato 135 a color; la primera réflex en incorporar una velocidad de disparo de 1/2000 segundos; producir una de las primeras cámaras con control automático de la exposición; la primera cámara del mundo con un modo de exposición automático a través de la lente (TTL); primera reflex que incorpora un motor de arrastre en el cuerpo de la cámara; y ser la primera en producir una cámara que usa códigos DX para la elección de la sensibilidad la película.
Pese a todo lo interior, esta marca nunca fue considerada un gigante dentro de los de los productores de equipamiento fotográfico y nunca alcanzó la reputación de marcas como Nikon o Canon. Sin duda alguna se trata de desaciertos propios que veremos más adelante, pero también del desconocimiento del gran público sobre las capacidades que ofrece considerando actualmente su precio y calidad y la omnipresencia de las otras marcas que lideran el mercado.
Sin perjuicio de ello, debo señalar que fui el poseedor de la Konica C35 y actualmente también tengo una Koni-Omega M. La primera de ellas es una pequeña cámara telemétrica para formato 135 y automática en el modo prioridad en la apertura, ideal para portarla a todos lados. La segunda, es una cámara telemétrica de formato medio y que produce negativos de 6x7cm, un armatoste pesado, muy bien construido y con una pequeña gama de objetivos intercambiables. En todos los casos se trata de cámaras con buenas prestaciones, pero en el que sus cristales se roban la película, como veremos posteriormente. Eso sí, lo que convoca a estas líneas no es la historia completa de la marca -y ni aunque quisiera-, sino un periodo acotado de la misma, particularmente para hablar de su sistema Autoreflex y que incluye la revisión breve de algunos modelos de cámaras y lentes que poseo.  

El sistema AutoReflex.

Desde el año 1960 y hasta 1966 aproximadamente Konica produjo una serie de seis cámaras con una montura determinada, denominada "F". En el año 1965 y 66 apareció la primera Autoreflex, que se introdujo como una mejora de la bayoneta interior y otras actualizaciones: los lentes montura F podían montarse en las cámaras que usaban el estándar AR, pero a través de un adaptador. La utilización del sistema AR se mantuvo hasta el año 1987, con la producción de la última cámara y el término de la producción del sistema que desembocó, posteriormente, en la fusión con Minolta hasta la desaparición de la marca.
De estas cámaras destacan las conocidas con la letra T seguidas con un dígito, similar al segmento profesional de las cámaras Nikon, y que eran las flagship de Konica. Del mismo modo, produjeron otras cámaras dirigidas al aficionado o amateur, con menores prestaciones o con ahorros en su construcción. Del mismo modo, como era tendencia en la época, destinaron dos líneas de productos asociados a sus objetivos, que se denominaron Hexanon para la gama profesional, y Hexar para las restantes (tal como ocurre con Minolta y Celtic).
De estas cámaras destacó el hecho de ser una de las primeras en incorporar un sistema automático de exposición, por el cual una vez determinado el diafragma o apertura en el objetivo, se dispara automáticamente a la velocidad de obturación que arroje el fotómetro, sistema conocido como “prioridad en la apertura”. Para ello se incorporó en cada lente una posición adicional a la mínima apertura, con la inscripción AE y que debía seleccionarse para utilizar este modo.
En su totalidad las Konica T de un dígito eran cámaras completamente mecánicas y que requerían baterías sólo para efectos del funcionamiento del fotómetro y la utilización de los modos automáticos, pero que de otro modo no tenían injerencia en el disparo propiamente tal. Las baterías que utilizaban eran pilas de mercurio de 1,35 volts, en desuso desde varias décadas por su alto poder contaminante. En mi caso, como he señalado en otras publicaciones, las he reemplazado por pilas del zinc-air de 1,4v sin ningún problema.
Decididamente no se trata de las mejores cámaras que haya tenido en las manos comparándolas con las de otros fabricantes: hay otros con mejores prestaciones, calidad de construcción más robusta o sólida, y/o que han sobrevivido mejor el paso del tiempo. Recordemos que en la década del '70 existía una gran cantidad de competidores, particularmente en Japón, periodo en el que aparecieron productos notables como las Nikon F2-FM-FE, la serie OM de Olympus, las Pentax LX o ME Super, la serie A de Canon, y un largo etc., todas con muchas más posibilidades y mejor construcción. Esto sería una de las probables causas del fracaso posterior del sistema en el mercado. La otra, que pareciera ser la más probable, fue el error de construir la montura con una distancia de registro de 40,5 mm, notablemente inferior a cualquiera otra montura de las existentes en el mercado de la época, lo que hacía prácticamente imposible utilizar los lentes Konica en otros sistemas, mientras que existía la posibilidad de adaptar cualquier lente de otra montura a las cámaras Konica. Esto que en un principio puede parecer un plus, a todas luces es un error, por cuanto el estándar diferenciador de la marca eran precisamente sus objetivos. Esta estrategia se habría fundamentado claramente de haber sido Konica uno de los mejores productores de cuerpos de cámaras fotográficas del mercado, lo que evidentemente no fue así.

Hablaremos ahora de tres cámaras en particular, de la que tenido la oportunidad de probar (e incluyendo una cuarta que más adelante se incorporará en propiedad).

Imagen de la cámara, en su adquisición

Konica Autoreflex T3.

De las que he tenido en las manos, sin duda, la mejor. Completamente construida en metal, da la certeza de estar bien construida y preparada para recibir alta exigencia. Producida entre el año 1973 y el año 1975, se trataba de una evolución de la T2, que permitía dobles exposiciones y tenía zapata caliente para flash. Una de las cosas destacadas es que su visor permitía ver el diafragma seleccionado y la velocidad de obturación sin necesidad de despegar el ojo de él.
Se produjo en modelos cromados y negros, incorporaba un sistema de previsualización de la profundidad de campo y la posibilidad de bloquear el espejo, prestaciones todas que debe contener una cámara que se crea profesional. Además se produjo con una serie de accesorios, tales como visores de ángulo, correctores de dioptrías, anillos de extensión, Flashes, extensiones para macro, adaptadores de microscopio, etc.
Con posterioridad se introdujo una mejora y que denominó (injustificadamente a mi parecer) un nuevo modelo llamado T3N el cual significó mejoras menores, pero que no alteraban de ninguna forma el modelo anterior. Es más preciso hablar en este caso de una variante que de un nuevo modelo.
Desgraciadamente recibi esta cámara no en las mejores condiciones: la lectura del fotómetro era errática y la selección del diafragma en el visor no correspondía con la efectivamente seleccionada en el dial respectivo. La tuve muy poco tiempo, pero me dejó la sensación de ser una cámara seria y destinada a un uso exigente. La recomiendo de todas maneras.

Después de la T3N, Konica diseñó completamente una nueva cámara el año 1976, creando una de las primeras en formato 135 con partes en el cuerpo hechas en plástico. Se trata de una cámara completamente mecánica (ver especificaciones) igual que las anteriores, pero que, por la introducción del plástico, se siente más ligera y pequeña. Si perjuicio de ello su visor mejoró notablemente, siendo más brillante que las anteriores versiones, que incorporó un sistema de microprismas y de imagen partida. 
De funcionamiento sencillo, incorporó velocidades de 1/8 a 1/1000seg, manteniendo la prioridad en la apertura. Se trata actualmente de una de las cámara más baratas y accesibles del mercado de segunda mano y en Chile, por conocimiento de causa, no se le valora, siendo nuestros compatriotas a ser más condescendientes con las famosas Zenit, a las que supera, particularmente si la cámara en cuestión porta algún objetivo Hexanon (e incluso en perjuicio del notable Helios, muy valorado por mí en particular). 
No dejo de pensar en esta cámara como un ensayo, en el cual la marca intentó modernizar su sistema. No obstante, probablemente por el éxito conseguido con ella y por su competitivo precio, esta cámara se mantuvo en producción hasta el año 1982, cuestión en la que superó a su sucesora, la que solo estuvo un año en el mercado.
De todos modos, una valoración estricta debe llevarnos a entender esta cámara en su real mérito. Destinada principalmente al mercado amateur, si bien presenta la ventaja relativa de ser una cámara completamente manual, debe compararse con otros productos de la misma época y que estaban destinados al mismo mercado. En 1976 Pentax sacó los modelos MX y ME, este último destinado a este segmente y de la que, en términos de construcción y tamaño, supera con creces a la Autoreflex TC, y ni hablar de la Canon AE-1, que es de la misma fecha o la Yashica FX-2, de los que incluso se pueden montar lentes Contax

Konica Autoreflex T4.

Imagen referencial, desde la adquisición
Esta cámara afuera de la sucesora de la anterior. Pese a que se trata de los últimos modelos profesionales de la marca, este modelo no alcanza las cotas de calidad que la conseguida por la Konica T3. La construcción del cuerpo y el diseño similar a la TC, incorporando velocidades lentas que parten desde el segundo, un sistema de comprobación de carga de baterías y la posibilidad de incorporar un motor de arrastre. De los tres modelos anteriores, se trata de la que más mal sabor de boca me ha dejado, por cuanto se trata de un modelo profesional pero que mejora muy escasamente al modelo anterior, lo que no justifica su adquisición considerando el aumento del precio. Además entre ambos modelos comparten Las mismas deficiencias, relacionada con su sistema eléctrico que derivan en errores en las mediciones el fotómetro, como las trabas que se producen por el mecanismo de autodisparo. Aunque se trata de un problema común en ambas cámaras, existe un método muy sencillo para que, en caso que se encuentre la cámara trabada o con el espejo subido, ésta se puede reparar. En caso que se encuentre con el mecanismo de avance de la película bloqueado, no cargue el obturador o el espejo bloquee el visor, es probable que se trata de un desperfecto provocado por el sistema de relojería que controla el disparo retardado. Para ello debemos abrir la tapa inferior de la cámara, quitando los tornillos que la sujetan y luego, buscar cuidadosamente una rueda dentada que se encuentra a la izquierda de la misma (miando la cámara desde abajo). Lentamente debe tratar de moverse dicho rueda dentada y esperar a que ésta realice su ji su giro completo hasta volver a su posición normal, una vez hecho lo anterior La cámara debería volver a funcionar correctamente una vez cargado el obturador. Se trata de un problema muy frecuente y que desgraciadamente, de todos los modelos que tenido de la marca, he debido solucionar.

Konica FS-1.

Aunque formalmente aún no he probado la cámara, en el corto plazo me hice de una de este modelo y que espero utilizar prontamente. Desde ya adelanto que se trata de un cambio mayor a las cámaras que se produjeron anteriormente, ya que en ellas se deja atrás el funcionamiento mecánico, pasando ser controladas completamente de forma electrónica, tal como ya se había avanzado en esa época. Además fue la primera en incorporar un sistema de arrastre de película automático, sin necesidad de recurrir a un mecanismo independiente distinto de la cámara que cumpliera tal objeto.
También se debe tener presente lo que señalan en varios sitios, que este modelo en particular sufre con su sistema electrónico, siendo frecuentes desperfectos que la hacen inutilizable.
**A la fecha de edición de este post ya pude por fin probarla y sin duda alguna es la que mejor impresión de todas las AR me ha dado. Su visor es más amplio y luminoso, su tamaño comedido y su calidad de construcción bastante competente (se siente mucho más fiable que la Konica T4).
Su funcionamiento es tremendamente sencillo y es aquí donde se nota la época de transición en que se produjo: el cambio de la mecánica a la electrónica. El mecanismo para poner la película en la cámara es muy sencillo: insertar la punta de la película en el indicador y cerrar la tapa, llegar y disparar. Resulta imposible relacionar cómo este sencillo avance significó el inicio el desarrollo posterior de las cámaras, en que después era prácticamente inimaginable que alguna no lo tuviera. Anteriormente pensaba que, al ser la primera cámara con motor de avance incluído en el cuerpo, sería muy ruidosa, y la verdad es que no es tanto más que una Minolta Maxxum 7000 o la Canon EOS-1, por si sirven de referencia. La única crítica que se puede hacer al respecto es que, cuando se quiere rebobinar la película (lo que se hace manualmente como cualquier cámara análoga clásica, girando la manivela correspondiente) y al llegar a la punta de la película insertada, el motor intenta ponerla nuevamente en posición para volver a disparar, incluso podiendo el switch en el modo apagado. Tuve que hacerlo quitando las pilas debido a que tuve temor de forzar la cámara.
La cámara utiliza 4 pilas AA y el fabricante recomienda no utilizar pilas Ni-Cd. En mi caso en particular utilicé pilas alcalinas en primera instancia y luego recurrí a las Ni-Mh, que entiendo se comportan distinto, aunque el fundamento por el cual Konica determinó no recomendar el uso de las primeras lo desconozco.
En cuanto a los mandos, sigue siendo igual que cualquier cámara SLR. El anillo de selección de velocidades de obturación se encuentra en la parte superior derecha y puede moverse fácilmente con un dedo -es muy suave-, además, en la misma rueda se encuentra el dial para marcar la sensibilidad de la película. En cuanto al diafragma, su uso es el habitual en el anillo correspondiente que lleva cada objetivo. Permite el habitual modo de prioridad en la velocidad, automatismo que se encuentra en otras cámaras de la misma montura.
Respecto a la fama que tienen en la red a propósito de fallas en sus sistema electrónico, no debe pensarse que éstas sean tan habituales como se creen. Los modelos que fueron saliendo posteriormente mejoraron bastante y las versiones finales casi no presentaban fallas. Conforme al sitio buhla este desperfecto puede ser fácilmente evitado -si la idea es adquirir una cámara de este tipo- sólo verificando el número de serie de la cámara:

N° de serie iguales o menores a 250.000 : Versión muy delicada; fallas electrónicas comunes.
N° serie 250.000 – 350.000: Todavía hay problemas con los componentes electrónicos defectuosos, pero mucho menores que en la versión anterior.
Superiores a 350.000: tercera versión mejorada. La electrónica defectuosa es bastante rara. (traducción del párrafo)

Edición realizada el 19-XII-2017


Y ahora hablemos en serio: los lentes Konica Hexanon.

No hay que ir muy lejos para descubrir que la gran ventaja del sistema Konica la constituyen sus objetivos. Esta reputación aparece refrendada en numerosas publicaciones y artículos que se encuentran en la red, en un gran número de fotos publicadas en Flickr que muestran la calidad de sus cristales. Para no ir más lejos, el creador del sitio buhla.de (referencia obligada cuando se trata de Konica), refiere que una de las razones por las que justifica su sitio es que “el gran plus del sistema Konica se entiende en la calidad de los lentes Hexanon. La calidad de imagen de estos lentes son absolutamente de primera clase y no se queda atrás de competidores más prestigiosos como Nikkor” (traducción libre y mía). Pero sigue señalando que “la calidad de los cuerpos son buenos, pero las verdaderas razones para decidir el sistema Konica son los lentes”, aseveración que no puedo menos que compartir. Del mismo parecer es Manuel Portillo, quien indica que la “mayoría de estos objetivos son de gran calidad óptica y muy buena mecánica y sorprende el poco interés que mostró el mercado en ellos: nunca llegaron a ser competencia de Nikon, Canon o Pentax, a pesar de que algunos de ellos eran netamente superiores y de precio más moderado“. Pero sigue señalando que “una decisión equivocada fuera de fabricar el sistema con registros de la base de la montura al plano focal de tan sólo 40,5 mm” cuestión que como señalamos precedentemente, explica en parte el fracaso del sistema.

Para ser más precisos, creo que desde el olvido más absoluto en que se encontraban estos objetivos en un periodo de 15 o 20 años, se ha pasado a una nueva revalorización, motivada sin duda de su fácil adaptación a las cámaras digitales sin espejo, tanto las MTF (m4/3) o las EVIL APS o full-frame, como a un rendimiento que hasta el momento era desconocido y que, actualmente, se está aprovechado del todo en las cámaras digitales que cuentan con sensores más grandes. De ahí que los juicios que se efectúan sobre los Hexanon en casi todos lados sean realmente positivos.

En mi caso particular, recientemente me he desprendido de la última cámara digital y decidí, en adelante, volver a utilizar el color pero en formato análogo, por lo que sólo he podido apreciar esta calidad en las pruebas que he realizado en las cámaras Konica que he tenido. Será raro pero pese a haber tenido en mi poder dos modelos considerados "profesionales" o, de otro modo, avanzados, sea la sencilla Autoreflex TC la que haya utilizado en la totalidad de las fotografías que mostraré acá.

Foto de mi ejemplar, cuando fue adquirido (Hexanon 28mm)
¿Cómo puedo asumir que todos los lentes Hexanon son buenos si apenas acá muestro unos pocos? Simple lógica: tengo los objetivos más asequibles de la marca y ninguno de ellos se considera por sí mismo una pieza imprescindible. Por ende, en virtud de los resultados que he tenido con ellos, la expectativa de resultados mejores con los lentes que gozan de mayor reputación quedaría -en mi lógica, insisto- casi asegurado. Los objetivos que poseo son los siguientes: Hexanon 28mm f/3.5 (la última versión), Hexanon 40mm f/1.8, Hexanon 50mm f/1.4, Hexanon 50mm f/1.7, Hexanon 135mm f/3.5 (la última versión). Además cuento con un objetivo Sigma Zoom-K II 1:4.5 70-210mm Multicoated, que se encuentra en inmejorables condiciones, pero que por desidia no he probado y quizás algún día amplíe la revisión con resultados. Por regla general, los objetivos Konica Hexanon poseían un diámetro de 55mm para acoplar filtros y parasoles, en consonancia con otras marcas que mantenían disposiciones similares en sus objetivos (por regla general ocurre lo mismo con Nikon y los 52mm, Pentax y los 49mm, etc.)

Sobre este punto quisiera aclarar que, como se ha hecho en otras ocasiones, no estoy en condiciones de asegurar a todo el mundo de un modo técnico las afirmaciones que hago acá, sino que se trata de impresiones que me dan los resultados finales que obtengo. También prevengo, como es habitual, que el manejo del color en mis pruebas queda bastante mermado al utilizar casi exclusivamente el blanco y negro. Pasemos a revisar cada uno de los objetivos:

Konica Hexanon 28mm f/3.5

Como consta en la página obligada cuando se trata de Konica, de este lente se produjeron distintas versiones, con variaciones en cuanto a su tamaño y disposición óptica. Mi ejemplar es la última versión, que contiene menos elementos ópticos y es más pequeño, por lo que según la literatura, tiende a ser más blando a plena apertura y con un rendimiento inferior a los otros modelos -en particular uno intermedio que cuenta con siete elementos en cinco grupos-. Mi versión es fácilmente distinguible por cuanto su apertura mínima alcanza al f/22, en condiciones que las otras sólo llegan a f/16. Como constata Manuel Portillo, su rendimiento óptico es inferior a las otras versiones. Esta aseveración en principio tiende a confirmar mi teoría sobre los lentes Hexanon: si los objetivos comunes y corrientes rinden de tal modo, ¿entonces qué cabe esperar de los más reputados?




Konica Hexanon 40mm f/1.8.

Objetivo tipo pancake, de tamaño reducido, muy propio de la época en que se produjo en que era común que cada fabricante incorporara un lente de dimensiones reducidas -en la tendencia que llevó a la miniaturización de los equipos fotográficos-. Este era el lente kit de la Konica Autoreflex TC y su rendimiento es bastante bueno, incluso a plena apertura. Lo que destaca en él es su nitidez, además de que, al ser de tamaño reducido, tiende a ocupar muy poco espacio.
Me parece, en lo personal, que se trata de un objetivo muy versátil: no sólo otorga una focal y tamaño muy apropiado para hacer fotos de acción o más callejeras, es luminoso y, además, queda dentro de rango normal de focal en cámaras con sensores APS-C (60mm en sensores de recorte de 1,5x), por si alguien quisiera adaptarlo (y así ocurre comúnmente con este lente, como se constata fácilmente al hacer una búsqueda en Flickr). En esta página se destaca el rendimiento del mismo, aunque detectan falta de nitidez en las esquinas a plena apertura (lo que es común en casi todos los objetivos) y coma.
En mi caso particular, me serví de un parasol curvo ventilado genérico cuando tomé fotos con él, y conforme se indica en varios lados, eso ayuda bastante para disminuir la luz parásita.






Konica Hexanon 50mm f/1.4

Las circunstancias en que adquirí este objetivo son bien particulares. En un sitio de ventas de artículos usados por internet que existe en Chile y que es muy conocido, encontré una Konica Autoreflex T4 con un ejemplar de este modelo montado. El precio era extremadamente conveniente (casi regalado) y aunque sabía que no iba a estar en perfectas condiciones, me jugué por el instinto y lo adquirí. Cuando abrí la encomienda entendí el porqué del precio: la cámara absolutamente inservible -el obturador bailaba al interior de la cámara- y el lente estaba en condiciones deplorables: parece que quisieron limpiarlo con lija, tenía muchos hongos y polvo en su interior y se notaba muy descuidado, siendo probable que incluso alguien tratara de abrirlo. Pese a todo, tenía algo bueno: el diafragma cerraba perfectamente y el enfoque era correcto, por ende, su funcionamiento en términos mecánicos por lo menos respondía.
Con la idea de rescatarlo para que fuera útil, lo puse a disposición de Cristian Silva, fotógrafo profesional de la ciudad de Talca y quien además accedió a revisarlo y eventualmente limpiarlo. Gracias al trabajo de Cristian, el lente quedó en mucho mejores condiciones en la que estaba, eliminando prácticamente todos los hongos y suciedad. Ya en esas condiciones y considerando el daño que los rayones efectuaron en el recubrimiento del lente, me dispuse a probarlo.
Mi versión, de acuerdo a la clasificación de Buhla, sería la primera -de dos-, que llega a f/16 como mínima apertura. Al parecer no existen diferencias ópticas entre ambas. En una revisión que encontré en internet, se hace un análisis de un ejemplar muy similar al que poseo, montado sobre cámara APS-C de Sony, sin espejo, con bastante buenos resultados. Las conclusiones a las que arriba son bien decidoras, en términos de que, en comparación con otros 50mm de la misma apertura, el Konica se encumbra en el podio. Otros ejemplos se pueden encontrar acá, en inglés.
De acuerdo a lo que se comenta en varios sitios, aunque en todos se destaca la calidad del mismo, indican que sería menos nítido que el mítico 50mm f/1.7. No quisiera hacer la comparación producto a que mi ejemplar, como expliqué, tiene tantos defectos que la comparación sería injusta: he notado que en las condiciones en que se encuentra mi objetivo, sufre con las luces muy fuertes y tiene una tendencia al flare, tal como ocurre con las fotos antiguas de los lentes sin recubrimientos.






Konica Hexanon 50mm f/1.7

Subido a la calidad de mítico, este objetivo es ampliamente conocido por ser considerado excelente y a un precio muy bajo, y como no si era el lente kit de la Konica Autoreflex T3 y T3N, aunque con la Autoreflex TC se le hicieron modificaciones en cuanto a su diseño. Manuel Portillo sólo le dedica elogios, Buhla señala expresamente que (traducción libre mía nuevamente) este lente es mucho más nítido que su predecesor -por el Hexanon 52mm f/1.8-, sino que "más tarde, algunas revistas lo elogiarían como una de las lentes más nítidas jamás construidas". La verdad es que creo que hay algo de exageración en la expresión, pero acá no se duda de calificarlo de "first class".
Este objetivo me llegó con la primera Konica Autoreflex TC que he tenido (y que permuté posteriormente) que me lo reservé. A decir verdad, siendo un objetivo tan bueno como parece que es -y esa es la impresión que tengo de él- lo he usado muy poco debido a que me dediqué a probar otros lentes antes que este. A diferencia del anterior, está en excelentes condiciones de funcionamiento e incluso estético, así que es muy poco probable que alguna vez me desprenda de él.
Una simple búsqueda en Google sobre este lente da un montón de comparativas y reseñas y no hay mucho más de lo que pueda comentar acá: se trata de un objetivo bastante conocido en el medio y muy reputado, difícil de no adquirir considerando la enorme cantidad de ejemplares disponibles y precios similares a los Helios que vienen montados en las Zenit.







Konica Hexanon 135mm f/3.5

Se supone que este teleobjetivo no debería dar muchas líneas: diseño simple de 4 elementos en tres grupos y no muy luminoso, se le destaca -como no- como un objetivo nítido. Del mismo modo, las expectativas que tenía sobre el tampoco eran muy halagüeñas: de las varias versiones de 135mm que tiene Hexanon, esta sería la más débil: hay más luminosos (f/2.5); ligeramente más luminoso (f/3.2) pero con la posibilidad de enfocar a una distancia más corta (1 metros vs. el metro y medio que alcanza mi versión) y todas las anteriores serían, teóricamente, mejores en términos de rendimiento....y aún así, después de probarlo, me llevé una agradable sorpresa.
Imagen de la copia cuando fue adquirida
Es probable que debido a la escasa importancia que le otorgué al objetivo es que las expectativas se cumplieron y sobrepasaron. Debido a que de los teleobjetivos los 135mm suelen ser lo más accesibles debido a que no son muy luminosos, he tenido la posibilidad de comparar varios modelos y marcas (Takumar 135mm f/3.5, SMC Pentax 135mm f/3.5, Nikkor 135mm f/3.5 (preAI)) y aunque todos los que he tenido han rendido conforme, tengo la impresión y con una sola prueba, que este los supera.

Mi ejemplar fue adquirido muy recientemente junto con el 28mm f/3,5 referido más arriba. Como tenía intenciones de probarlo solamente, tiré un rollo que esperaba fuera de 30 fotos, pero disparaba y disparaba y no terminaba nunca. Debido a que las cargas de la película en blanco y negro que disparo las hago yo mismo con un "bulk loader film", que no está en las mejores condiciones y añadiendo algunas desatenciones, resultó que el rollo completo contaba con aproximadamente 45 exposiciones...Lo suficiente para probarlo a fondo.
Es del caso señalar que esta versión incorpora un parasol, por lo que sus resultados tienden a mejorar muchísimo con su uso.








A modo de conclusiones.

Siempre que me propongo hacer una entrada en este blog, evito aquellos tópicos que están más o menos bien comentados en otros sitios en español. Sin duda alguna que el sitio de Manuel Portillo, al que he hecho referencia anteriormente, es el que se encuentra en mejor posición tratándose de Konica ya que comenta muchos más objetivos que los que yo pongo acá y ha probado más cámaras de la marca que yo. Del mismo modo, en la red se encuentra numerosa información sobre los objetivos, así que, en el fondo, acá igual he comentado información que se encuentra en otros lados.
De todas formas, la motivación última de hablar sobre Konica es, si sirve de algún modo, de reflotarlo en términos de prestigio y marca y, quizás, si puede servir de guía para quien se inicia en la fotografía análoga: nos encontramos acá con un sistema bastante completo y dispuesto a satisfacer necesidades fotográficas de cualquier índole y a un precio bastante inferior al de otras marcas que, no por nada, poseen mayor reputación y más tribuna en la red. Por ende, recomiendo decididamente a que, quienes cuenten con presupuestos acotados para comprar alguna cámara u objetivos y quiera disparar en análogo, encuentren en Konica una alternativa viable y con resultados que no serán muy distintos a los que ofrezcan otros sistemas.
No es mucho tiempo el que llevo dedicado a este mundo y aunque esa especie de optimismo romántico sobre una posible vuelta del digital no la comparto, sí creo que actualmente existe mucha gente que tiene interés en el asunto o lo sigue decididamente. Los proveedores de insumos, aunque en menor ritmo, no han dejado de producir lo que se requiere para seguir adelante (películas, reveladores, etc.) y el mercadeo de cámaras y objetivos no ha cesado y, a mi apreciación personal, goza de mejor salud que hasta hace unos años. En base a ello es que creo que Konica debería ser una marca más presente a la hora de tomar la decisión de adquirir equipamiento fotográfico: si bien sus cámaras mecánicas no son comparables a las Nikon de la misma década, no se trata de basura ni mucho menos de la lotería de encontrar una Zenit que se encuentre en buenas condiciones. No obstante, la calidad de sus objetivos no sólo es un aspecto a considerar: creo que, al menos en materia de fotografía argéntica, la diferencia en términos de resultados (y hablo acá sólo desde aspectos de técnica) no la otorga la caja estanca a la luz, sino qué tan bueno es el objetivo que se le monta. Por ende, decantarse por la calidad de los objetivos es, a mi humilde entender, uno de los ítems que deberían estar entre las prioridades si quiere optar por una decisión coherente.
Y es aquí donde Konica se luce.

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